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luns, 21 novembro 2022 10:49

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Pareja de señores mayores sentados en una mesa
22 - 11 - 2021

La producción científica en torno a la calidad de vida del adulto mayor: un análisis de los trabajos publicados en los últimos diez años

Categorías: Divulgación

ANA VICTORIA MÁRQUEZ TERRAZA | CONSEJO NACIONAL DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Y TÉCNICAS – UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN LUIS, ARGENTINA La calidad de vida es un concepto muy complejo. Cuando hablamos de ella tenemos que tener en cuenta aspectos objetivos, como los ingresos, la vivienda, o el acceso a servicios sanitarios. Pero también es necesario contemplar aspectos subjetivos como el grado de satisfacción que las personas sienten respecto a diferentes dimensiones de su vida, como sus relaciones sociales, su capacidad de trabajo, su apariencia física o su vida sexual. Ambas dimensiones están mediadas por un tercer factor que usualmente se relaciona con las expectativas, aspiraciones y objetivos de las personas. La complejidad de este concepto lo vuelve un instrumento ideal para evaluar las intervenciones que se hacen el en ámbito de la salud, porque permite poner en perspectiva lo que es realmente importante para cada persona, qué se debe priorizar y en qué aspectos poner atención en los tratamientos y evaluaciones realizadas. En diferentes tratados internacionales y leyes dirigidas a la población adulta mayor se enfatiza en la importancia de mejorar la calidad de vida. Para ello es importante conocer cuáles son los factores que influyen potenciando o disminuyendo la misma. A partir de una revisión de las publicaciones de los últimos 10 años en idioma español, que exploraban la calidad de vida de las personas mayores, se ha encontrado evidencia sobre la relación entre este concepto y diversos factores. El ambiente es un factor que influye en la calidad de vida de las personas mayores. Aspectos como la seguridad, los espacios verdes, la adecuación de la infraestructura a sus necesidades y el transporte, impactan de manera positiva en la calidad de vida. Las condiciones de la vivienda como su acceso, los pisos nivelados y la higiene, son aspectos que también resultan importantes. La satisfacción económica, así como el continuar con la actividad laboral en la vejez, se relaciona con una mejor calidad de vida. Aunque la satisfacción con la jubilación también lo hace. Esto demuestra que la calidad de vida siempre va a estar condicionada por las aspiraciones personales. Aspectos relacionados con la salud mental como la felicidad y el bienestar psicológico se relaciona con una mejor calidad de vida. La salud autopercibida también. Las enfermedades no siempre implican una menor calidad de vida. Enfermedades crónicas como la diabetes, pueden implicar una merma de la misma en un primer momento, pero tras un periodo de adaptación, esta merma desaparece. Las relaciones sociales son el aspecto de la calidad de vida más valorado por las personas mayores (aunque es el menos tenido en cuenta por los organismos internacionales y políticas públicas). Se ha encontrado que las personas casadas, sobre todo los hombres, tienen mejor calidad de vida. La funcionalidad familiar, así como el apoyo familiar y social percibidos también tienen un impacto positivo. Los resultados de las investigaciones afirman la multidimensionalidad del concepto, en tanto constatan las relaciones que el constructo mantiene con diferentes variables y reafirma la necesidad de intervenciones articuladas entre diversos sectores (salud, economía, desarrollo social, cultura) para potenciar la calidad de vida de las personas mayores. Pulse para leer el artículo completo

xoves, 03 novembro 2022 08:07

Señor mayor comiendo
07 - 06 - 2021

SOBRE EL PATRÓN ALIMENTARIO DE LOS ADULTOS MAYORES Y LAS ASOCIACIONES ENTRE EL CONSUMO DE ALIMENTOS Y LOS TRASTORNOS COGNITIVOS

Categorías: Divulgación

YENEISY LANYAU DOMÍNGUEZ | CENTRO DE NUTRICIÓN E HIGIENE DE LOS ALIMENTOS. INSTITUTO DE HIGIENE, EPIDEMIOLOGÍA Y MICROBIOLOGÍA DE LA HABANA (CUBA) La demencia y su forma más común, la enfermedad de Alzheimer (EA), se encuentran entre los principales problemas de salud a nivel mundial. Varios estudios epidemiológicos han encontrado asociación entre la ingesta de algunos grupos de alimentos o de nutrientes específicos en los adultos mayores con la enfermedad de Alzheimer, pero los resultados no han sido consistentes. En Cuba esta temática no se ha investigado aún y dado el incremento del segmento de la población adulta mayor en los últimos años y la creciente prevalencia de la EA y el Deterioro Cognitivo Leve (DCL) se realizó esta investigación. El objetivo de la investigación fue determinar el patrón alimentario de los adultos mayores y evaluar las asociaciones entre el consumo inadecuado de los distintos grupos de alimentos y la presencia de trastornos cognitivos como la enfermedad de Alzheimer ó Deterioro Cognitivo Leve en un grupo de adultos mayores cubanos. Métodos: Un estudio analítico transversal fue realizado en 402 adultos mayores de 65 años; 40 con EA, 124 con DCL y 238 individuos sin deterioro cognitivo en La Habana. La demencia fue diagnosticada utilizando el criterio 10/66 y el DSM-IV y para el DCL el criterio de Petersen. La dieta fue evaluada a través de una encuesta de frecuencia semanal de consumo de los principales grupos de alimentos que incluía las siguientes categorías de frecuencia semanal: diariamente, 6 días, 4 ó 5 días, 2 ó 3 días, 1 día, y nunca. La prueba de homogeneidad de Ji cuadrado y la razón de prevalencia fueron calculadas para el análisis estadístico. Resultados: El patrón de consumo de alimentos fue similar entre los grupos de adultos mayores según deterioro cognitivo. Los lácteos, cereales y viandas aparecen como los grupos de alimentos con mayor frecuencia semanal de consumo, equivalente a 6 días en la semana. Seguido por las carnes, aves y huevos; vegetales; azúcares y dulces con una frecuencia de 4 a 5 días. Mientras que los granos, las frutas y las grasas, se consumían entre 2 y 3 días a la semana y el pescado 1 vez por semana. Alta frecuencia de individuos de los tres grupos, tenían un consumo insuficiente de los distintos grupos de alimentos: Pescado: 86,1 %; Frutas: 67,4 %; Granos: 65,7 %; Aceites y grasas: 61,4 %; Carnes, aves y huevo: 59.5 %; Vegetales: 49,5 %; Azúcar y dulces: 43,8 %; Cereales y viandas: 30,8 %; y Leche y productos lácteos: 24,4 %; respectivamente. Los sujetos con EA tenían un consumo semanal de carnes significativamente mayor, mientras que el consumo de cereales y viandas fue significativamente menor. Conclusiones: El patrón de consumo semanal de alimentos fue independiente del status cognitivo. El consumo insuficiente de cereales y viandas se asoció inversamente con la presencia de la EA, mientras que el consumo suficiente de carnes, aves y huevo se asoció directamente con esta condición. Pulse para leer el artículo completo

venres, 04 novembro 2022 07:02

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